La “gauche divine” por Serrat.1970



(1970) SERRAT 4. La  “gauche divine”

Este disco forma parte de mi geografía sentimental. Entre sus canciones, o mejor dicho, más allá de las canciones, hay muchos nombres de los que algún día fueron mis amigos, y otros que todavía están aquí para contarlo. Si huelen con atención este disco descubrirán entre sus surcos el sutil perfume ambientador del  Bocaccio, aquel local tapizado de rojo, de réplica modernista, que durante  unos años fue el centro de la noche de Barcelona y sede de la “gauche divine”.

Y se preguntarán ¿qué es eso de la la “gauche divine”? Lo contaba Carlos Barral: “Nadie sabe qué es, pero todo parece indicar que se trata de una etiqueta de clasificación, dentro de la antropología urbana barcelonesa, que debiera convenir a individuos de las más dispares procedencias que tuviesen en común la conciencia de haber sobrevivido a los reales peligros de la guerra civil, a la educación autoritaria y triturante de los años cuarenta, a las experiencias políticas y los optimismos culturales de los años cincuenta, a los milagros tecnocráticos y turísticos de los años sesenta y tanto,  a la usura del matrimonio  como a los traumas de la liberación sexual”

Eso decía Barral, que vivió y bebió mucho antes y mucho más que yo, y sin duda estas características debían adornar lo que fue  su núcleo fundacional, aunque, con el tiempo, a la  “gauche divine” se le fueron sumando individuos de las más diversas tipologías a los que unían elementos tan banales como cenar asiduamente en el Estevet, en la Mariona, en las Violetas o en Cal Juanito.

Personas y personajes con unos ciertos posibles económicos que les permitían pagarse las copas de cada noche, y con dificultades de audición cuando, a las cuatro de la madrugada, el educado camarero insistía: “Por favor, señores, vamos a cerrar…”

Gente que aseguraba no sentirse extranjera en ningún lugar, que  gozaba hablando de sí  misma y viajaba al extranjero a ver cine y teatro cuando la mayoría de los ciudadanos de este país se tenía que conformar con el cine de barrio y Luis Cuenca.

En la “gauche divine” primaban los artistas. Escritores, poetas y editores. Cineastas, actores, cantantes y arquitectos se mezclaban con los modistos y las modelos. Ya ven, el andamio y la pasarela, la cultura y el glamour. Pasada la medianoche se encontraban en Bocaccio para mostrarse y reconocerse y, alrededor de ellos, un enjambre de curiosos revoloteaba, copa en mano, como polillas alrededor de un mundo de famas y cronopios que quedaban muy lejos de sus posibilidades.

¿Y por qué la gauche? En aquellos años, o se era franquista o se era más o menos de izquierdas. Eran progresía en rama. Algunos militaban, decían militar o simpatizaban con un partido de izquierdas. Otros habían llegado más lejos y militaban en la decepción, y la mayoría, simplemente, daba vueltas alrededor de su propio ombligo.

Quien más quien menos veía cine de arte y ensayo, tenía una Hasseblad o al menos una Nikon con varias ópticas, y había colaborado en alguna película de la Escuela de Cine de Barcelona. Otras cosas que tenían en común era el hecho de disponer de una segunda residencia en la Costa Brava,  ser entusiasta de los cómics , en especial de Snoopy, y aparecer en alguna foto de Colita, Miserachs o Maspons.

Ellas eran bellas y atrevidas.

Ellos, atractivos de alguna manera.

Fuimos felices, jóvenes y maravillosamente inconscientes.

Entre ellos encontré a muchos de mis mejores amigos y a alguno de mis grandes amores, y aprendí que la gente inteligente, la gente divertida y la gente competente no siempre es tan iteligente, ni tan divertida, ni tan competente como aparenta.

Hoy, algunos de ellos se siente incómodos cuando se les reconoce como parte de la gauche divine, aunque lo que realmente les incomoda es que hablen tanto de ella y se olviden de ellos.

Joan Manuel Serrat